Publicado el: 02 de Marzo del 2020
Muchas veces el asistir a la consulta dental no se hace agradable para los pacientes. Son muchos los casos que por alguna razón u otra han generado rechazo para asistir al dentista. Esto se basa tal vez por experiencias previas desagradables, posibles traumas, asociación al dolor físico, o por fobias y miedos heredados por nuestros cercanos o padres. Debido a esto los pacientes no consultan hasta que es demasiado tarde.
Si bien la odontología ha cambiado y la ciencia ha proporcionado grandes avances para disminuir la incomodidad de los tratamientos. Lo único que asegura el que no padezcamos de incomodidad es el no presentar una patología (enfermedad) que requiera de un tratamiento o una intervención mayor. Para ello hay un dicho popular muy cierto “más vale prevenir que curar”.
Es importante entonces consultar con el odontólogo periódicamente, así como asistir a los controles y seguir las indicaciones de la prevención.
Se recomienda que los pacientes de bajo riesgo a padecer enfermedades prevalentes en la cavidad bucal (como lo son caries, enfermedades periodontales y anomalías dentomaxilares) asistan al dentista cada 6 meses. En tanto los pacientes que padecen un alto riesgo deben visitar al dentista cada 3 meses. Esto es tanto para los pacientes pediátricos como los adultos. Ya que lo importante es tener controlados los factores de riesgo (factores que aumenten la posibilidad de producir la enfermedad).
Siempre se debe dar énfasis en mejorar hábitos de higiene y de alimentación, pero también realizarse periódicamente tratamientos preventivos como los son los destartrajes (limpiezas) y aplicaciones locales de flúor (administradas por profesionales), ya que esto disminuye la cantidad de placa bacteriana y sarro, reservorio de bacterias patógenas y también el flúor permite cambiar la composición del diente, fortaleciéndolo y haciéndolo más resistente, pero también con su acción de control de bacterias cariogénicas mejora las condiciones bucodentales, durando su efecto alrededor de 6 meses si es aplicado con una correcta técnica.
En el caso de los niños los procedimientos preventivos no son tan invasivos, por lo que es muy fácil que el niño se adapte fácilmente y pueda perder el miedo. Sin embargo la odontopediatría, que tiene su base y enfoque en la atención de pacientes pediátricos, también cuenta con herramientas emocionales para tratar pacientes que tiene mucho temor. En tanto, en los adultos, se puede tratar el recelo por la atención dental, incluso las posibles fobias, con una intervención psicoemocional que permite que el paciente vuelva a confiar y se adapte a la atención, pudiendo ser abordado con un equipo transdisciplinario.
Sin lugar a dudas consultar a tiempo es fundamental, ya que tendrá menos intervenciones invasivas y podrá perder el miedo de ir al dentista.
Dra. Claudia Zapata
Especialista en odontopediatría
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